martes, 17 de septiembre de 2024

Casa del Lago, 65 años del primer centro cultural extramuros de la UNAM

Gaceta UNAM

Número 5504

16 de agosto de 2024

Ciudad Universitaria


Roberto Frías / Cultura UNAM   


Además, dos décadas de Poesía en Voz Alta

Doble festejo por el espacio cultural de la Universidad en el Bosque de Chapultepec, y el festival que heredó su nombre de un movimiento de vanguardia surgido en el mismo sitio.  


Un doble aniversario alegra la difusión de la cultura en la UNAM. La Casa del Lago alcanza los 65 años de servir como instancia cultural de la Universidad; y el Festival Poesía en Voz Alta cumple 20 años de existencia.


Por esta razón, la edición 2024 de Poesía en Voz Alta celebra no sólo la materia literaria y sonora que le da vida, sino además la continuada labor de su sede, Casa del Lago, con una serie de actividades que se llevarán a cabo del 20 al 22 de septiembre.


De 1929 a 1953 fue espacio de la Dirección de Estudios Biológicos, y luego del Instituto de Biología de la UNAM; la Casa del Lago se convierte en 1959, gracias al rector Nabor Carrillo y al maestro Jaime García Terrés, en el primer centro cultural extramuros de la Universidad.


Juan José Arreola fue su primer coordinador. Bajo su dirección, el lugar fue espacio de reunión de artistas y escritores que se encargaron de romper los moldes establecidos del arte a través de la experimentación, al grado de que Casa del Lago rápidamente se convirtió en un referente del nuevo arte y en el oriente de lo que ocurría en el ámbito internacional.


El festival ostenta el nombre del movimiento teatral de vanguardia que surgió a mediados del siglo XX y que ocurrió, en parte, en la UNAM. Su cometido transdisciplinario continúa esa vocación.



El inmueble de estilo francés fue construido en el porfiriato. Fotos: Cultura UNAM.


Un teatro al servicio de la palabra

La poesía está en el origen mismo de la literatura. En 1956, para volver a ese origen de lo teatral, la entonces llamada Dirección de Difusión Cultural de la UNAM apoyó un proyecto que según uno de sus participantes, el poeta Octavio Paz, tenía como objeto hacer “un teatro al servicio de la palabra, un teatro a base de piezas cortas que rescataran la poesía”. Este movimiento, ¿teatral?, ¿poético?, se llamó Poesía en Voz Alta y parte de él ocurrió en Casa del Lago.


El escritor Juan José Arreola lo entendía más como un movimiento enfocado en la poesía como esencia del teatro, mientras que Paz lo miraba como teatro que sirve a la poesía. Fue el autor de Confabulario quien configuró el primer programa: la Égloga IV, de Juan de la Encina; La farsa de la santa Susana, de Diego Sánchez de Badajoz, y cuatro obras cortas de García Lorca (La doncella, el marinero y el estudiante; El paseo de Buster Keaton; Quimera y El niño y el gato), por poner un ejemplo de su visión. Sin embargo, la idea de Paz fue la que prevaleció más tarde.


En Poesía en Voz Alta participaron personas que luego serían protagonistas de la cultura mexicana: Juan José Arreola, Elena Garro, Leonora Carrington, Juan Soriano, Héctor Mendoza, María Luisa Elío, Carlos Fuentes, Antonio Alatorre, Margit Frenk, Juan García Ponce, José Emilio Pacheco y muchos otros. Se cree que pudo ser la semilla, ni más ni menos, del teatro experimental mexicano.


Entre 1956 y 1963 hubo ocho representaciones. En un principio se montaban diversos textos poéticos, musicales, dramáticos con sesgo teatral o escritos ex profeso, tal fue el caso de La hija de Rappaccini, del mismo Paz, que también tradujo un texto de Ionesco, quien vio aquí representada por primera vez en México una obra suya. El director teatral de la segunda mitad de los montajes fue José Luis Ibáñez, quien optó por que se montara sólo un texto dramático en cada sesión. En todo caso, se trató de una manera de entender el teatro completamente libre y vanguardista, experimental, que en realidad tenía más que ver con lo que en la actualidad conocemos como performance.




Ha sido refugio de diversas expresiones artísticas y musicales.

Gran cartel

Cinthya García Leyva, actual titular de Casa del Lago, destaca en el gran cartel de este año (más de 30 actividades) la presencia de lo que están haciendo las nuevas generaciones, es decir, exploraciones relacionadas con el arte sonoro, la improvisación y la canción contemporánea, sobre todo con esta última.


“Es parte de lo que veremos aquí, por ejemplo con ROSAS, con el Ensamble de Jacob Wick, además de las figuras internacionales que suelen brillar en festivales muy conocidos y que nos acompañarán. También quisiera destacar tres grandes figuras: Valentina Magaletti, un ejemplo claro de la producción sonora contemporánea que involucra a veces voz pero, sobre todo, la idea de la percusión como ritual. Lonnie Holley, canción de nuevo, pero una que vincula activismo con producción performática. Y hablaría también de Felicia Atkinson, artista sonora, poeta y editora, porque una parte del festival tendrá que ver con la materialidad de la voz: el texto”.


Cuando se retoma el nombre de Poesía en Voz Alta, en 2005, cuenta García Leyva, al parecer se destaca la oralidad, la capacidad de la palabra dicha en voz alta, que hace compartir el teatro con la música, con la poesía, dándole un carácter interdisciplinario al festival. También se resalta lo performativo y escénico muy ágil. En cada gestión se ve una mirada distinta de estas dos vertientes.


“En un inicio, el festival tiene mayor tendencia a las producciones jazzísticas; luego, con Julieta Giménez Cacho, gira hacia arte-naturaleza-tecnología; con José Wolffer se decantó por el hip-hop, el spoken word y el rap, con tendencias hacia lo social. A partir de 2020, lo que hemos hecho es retomar esas ideas y pensar que esa voz en alto, puesta en performance, no comienza en la palabra. La voz no se hace voz en el sentido, en el discurso, sino que se hace voz mucho antes. Comienza y se manifiesta en el eco, el murmullo, el gruñido, el grito, la resonancia. Y la voz necesita un escucha para ser voz. Así que nos hemos enfocado mucho en apuestas que juegan todo el tiempo con la voz en un sentido más aural y en la escucha”.


Aunque es imposible resaltar toda la programación del festival, cabe mencionar la presencia de María Chávez con una pieza comisionada que incluye audios históricos de la Fonoteca Nacional; el performance multimedia de Bellacomsom y Estaban Ferro, en el que concuerdan sonidos, discursos, poesía y videomapping para hablar de la selva amazónica; la proyección de la película de culto Herencia diabólica (México, 1993), de Alfredo Salazar, protagonizada por Lorena Herrera, Roberto Guinar y Margarito Esparza, filmada en Casa del Lago, que será musicalizada en vivo por Julián Lede, creador del icónico personaje Silverio.


O el performance titulado Pataki 1921, del artista puertorriqueño-mexicano Ulrik López, que recrea la famosa partida de ajedrez entre Capablanca y Lasker del mundial de ajedrez de 1966 por medio de bailarines y coreografía de Andrea Chirinos. Además de conferencias, mesas redondas, charlas y talleres.


Como parte de la celebración por el aniversario 65 de Casa del Lago, dentro del Festival Poesía en Voz Alta se llevará a cabo una lectura en atril de la obra Doce y una, trece, de Juan García Ponce, en la que participarán Laura Almela, Julieta Egurrola, Emma Dib, David Hevia y Jorge Ávalos, bajo la dirección de David Hevia. A la que seguirá un conversatorio sobre la historia de Casa del Lago.


Daniel Escoto creó con audios históricos de Casa del Lago la pieza Mitos e íconos, instalación sonora que podrá escucharse en sus jardines y otros rincones.


También será posible apreciar la exposición fotográfica Memoria en movimiento: Poesía en Voz Alta, que rinde homenaje al festival y al movimiento teatral. Y se proyectarán las películas Fando y Lis, de Alejandro Jodorowsky, y Del olvido al no me acuerdo, de Juan Carlos Rulfo, en las que aparece Juan José Arreola.


BREVE CRONOLOGÍA


1906: inician los trabajos de embellecimiento del Bosque de Chapultepec para convertirlo en un parque público con lagos, en conmemoración del Centenario de la Independencia que se llevaría a cabo en 1910. A un costado del Lago Mayor empieza la construcción del Automóvil Club, inmueble de estilo francés. El terreno fue rentado por los miembros del Automóvil Club.


1908: el 30 de abril es inaugurado el Automóvil Club por José Ives Limantour, secretario de Hacienda en el gobierno del general Porfirio Díaz.


1910: se llevan a cabo elegantes festejos y celebraciones por los cien años de la Independencia.


1911: con el triunfo de la Revolución, el gobierno del presidente Gustavo A. Madero decide que la construcción debe BREVE CRONOLOGÍA pasar a ser propiedad de la nación y se le nombra Casa del Lago. El Automóvil Club continúa bajo un régimen de renta y adquiere el compromiso del buen mantenimiento del inmueble y de los jardines.


1915: en el mes de septiembre la Secretaría de Gobernación declara la caducidad del contrato celebrado con el Automóvil Club por falta de cumplimiento cabal.


1916: el 14 de enero se establecen ahí las oficinas generales de la Dirección y Administración del Bosque de Chapultepec, siendo su director Gabriel Parrodi.


1929: la Dirección de Estudios Biológicos se traslada a la Casa del Lago, y luego ésta pasa a formar parte de la Universidad.


1953: el ahora Instituto de Biología de la UNAM se traslada a Ciudad Universitaria.


1959: se inaugura Casa del Lago como centro cultural de la UNAM.






Fuente: Frías, R. “Casa del Lago, 65 años del primer centro cultural extramuros de la UNAM”. Gaceta UNAM, 16 de septiembre de 2024, núm 5504. Recuperado de: https://www.gaceta.unam.mx/casa-del-lago-65-anos-del-primer-centro-cultural-extramuros-de-la-unam/ 




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