viernes, 26 de enero de 2024

Celebra la UNAM el XV aniversario del Museo Universitario Arte Contemporáneo

Boletín UNAM-DGCS-055  

26 de enero 2024

• A través del arte se expresan las preocupaciones de la época, pero también se avizoran futuros, aseveró el rector Leonardo Lomelí Vanegas

• Es un centro de cultura viva, donde nos hemos emocionado, regocijado y también quedado perplejos, expresó Rosa Beltrán Álvarez

• Es el fondo público, artístico y documental de arte contemporáneo más importante del país y, probablemente, de América Latina, dijo Amanda de la Garza Mata

El Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) ocupa un lugar incuestionable no solo en el país e Iberoamérica, sino a nivel mundial, y cuenta con un prestigio muy bien ganado: es un espacio de creación, donde se analiza e investiga el arte mexicano y está abierto a dialogar con lo mejor del arte contemporáneo de todo el orbe, afirmó el rector de la UNAM, Leonardo Lomelí Vanegas.

Al presidir la ceremonia por el XV aniversario del recinto, destacó que alberga proyectos académicos y educativos, es un lugar de encuentro de generaciones, que cumple muy bien con la tercera función sustantiva de la Universidad Nacional: la difusión y extensión de la cultura.


Acompañado por los exrectores Juan Ramón de la Fuente Ramírez y José Narro Robles, recordó que en el Centro Cultural Universitario faltaba la presencia de las artes visuales, vacío que se llenó con el museo impulsado por De la Fuente y su entonces coordinador de Difusión Cultural, Gerardo Estrada; y que fue inaugurado por Narro Robles.


Desde sus inicios, fue un proyecto colectivo y en el que las decisiones más relevantes se han tomado por cuerpos colegiados, mostrando la fortaleza de la comunidad universitaria plural y participativa, agregó el rector Lomelí.


Celebró las múltiples exposiciones que ha albergado y que han difundido expresiones artísticas de vanguardia.


“Deseo larga vida al MUAC, que siga siendo un espacio de reunión entre artistas, investigadores del arte y público en general, que a través del arte expresan las preocupaciones de la época, pero también avizoran futuros; y con ello podemos contribuir a formar una mejor ciudadanía. Larga vida al MUAC”, subrayó.


Previamente, la coordinadora de Difusión Cultural de la UNAM, Rosa Beltrán Álvarez, indicó que la creación de esta nueva institución atendió las inquietudes de un público ávido de las expresiones del arte contemporáneo a nivel mundial, y reparó una deuda social con la creatividad local, pues la retórica hace pensar que México tiene una cultura definida sólo por su patrimonio cultural heredado o encontrado, pero existe una importante tarea en crear patrimonio y dar espacios para la construcción de imaginarios estéticos de la contemporaneidad.


El MUAC, añadió, surgió como un enclave para las artes visuales y prácticas artísticas del presente, y es mucho más que un edificio que exhibe y resguarda obras de arte. “Es un centro de cultura viva, de experiencia y construcción y visión del mundo. Aquí nos hemos emocionado, regocijado y también quedado perplejos; nos hemos hecho la gran pregunta que nos proponen los artistas y el arte contemporáneo: ¿Qué es el arte?”.


En su oportunidad, la directora general de Artes Visuales y del MUAC, Amanda de la Garza Mata, detalló que se han efectuado 182 exposiciones presenciales y 34 virtuales, que han convocado a seis millones 508 mil 471 personas y han tenido más de 236 mil visitantes virtuales.


También han contado con exposiciones itinerantes y coproducciones con museos e instituciones culturales de ciudades como Monterrey, Guadalajara, Oaxaca, Puebla y en museos de países como Brasil, Argentina, Chile, Colombia, España, Reino Unido.


Su acervo, prosiguió, se compone de dos mil 126 obras de más de 350 artistas, así como de 54 fondos y cinco colecciones documentales que forman parte del patrimonio universitario. “Es el fondo público, artístico y documental de arte contemporáneo más importante del país y, probablemente, de América Latina”.


Precisó que también han realizado 171 publicaciones impresas y 182 digitales, y sostienen más de 170 alianzas académicas, entre otras múltiples actividades.


“¿Qué define al MUAC? Ser un museo universitario, latinoamericano, de arte contemporáneo. En estos 15 años -todavía una corta vida-, ha contribuido de forma significativa a la historia reciente del arte contemporáneo en México; es un agente en la escena del arte contemporáneo, tanto local y globalmente. Gracias a su modelo único, no existe un museo de esta envergadura en otra universidad en el mundo”, aseguró.


En la ceremonia estuvieron también el integrante del Patronato Universitario, Jonathan Davis Arzac; la directora fundadora del museo, Graciela de la Torre; el presidente del Patronato Fondo Arte Contemporáneo, Arturo Talavera; la directora del Instituto de Investigaciones Estéticas, Angélica Velázquez Guadarrama; la artista visual Magali Lara; y el integrante del Consejo Académico del MUAC, José Luis Barrios Lara, entre otras autoridades de la UNAM y la comunidad de este sitio cultural.

jueves, 25 de enero de 2024

SIMUN OTORGA RECONOCIMIENTO A LA LICENCIADA MANOLA GIRAL DE LOZANO

 

SIMUN OTORGA RECONOCIMIENTO A LA LICENCIADA MANOLA GIRAL DE LOZANO


El 24 de enero en las instalaciones de la Dirección General de Incorporación y Revalidación de Estudios (DGIRE) el Comité Organizador del Modelo de Naciones Unidas del Sistema Incorporado (SIMUN) 2024, convocó a la Lic. Manola Giral de Lozano titular de la DGIRE, para entregarle un reconocimiento por haber participado en la fundación, impulso y consolidación del Modelo.




En representación de las 15 generaciones que han formado parte del Modelo de Naciones Unidas, el Comité Organizador de SIMUN reconoció la importancia de la licenciada Giral como de promotora de este proyecto, el que a través de sus actividades motiva la cultura de la paz, fomentando el pensamiento crítico y sentido de pertenencia universitario, lo que ha permitido transformar la vida de las y los estudiantes que se han formado en las salas de debate.


En su mensaje de agradecimiento, la directora general de Incorporación y Revalidación de Estudios compartió: "Me llena de orgullo, es como ver un hijo en la adolescencia, ya son maduros, ya son un modelo que construye y que contagia, porque a raíz de SIMUN diversas instituciones han replicado este simulador de Naciones Unidas, por lo cual les apoyamos con un curso para que las escuelas puedan iniciar su propio modelo”.



La licenciada Manola Giral resaltó el compromiso del alumnado que es parte de SIMUN: “Ustedes son el ejemplo de que la juventud se compromete, investigan, se reúnen y cumplen con sus obligaciones en la escuela; reconozco que como delegadas y delegados a veces les tocan posturas que no van con sus valores propios, pero las asumen, se pones en esos zapatos, trabajan su proyecto y posición, actúan con toda la diplomacia que debe de ser”.


La directora concluyó sobre la importancia de este proyecto en el desarrollo de las y los jóvenes: “SIMUN toca vidas, toca corazones, toca futuros profesionales; al paso del tiempo hemos visto que su participación en SIMUN influye en su orientación vocacional, lo que también define su vida laboral. Este Modelo forja mejores ciudadanos para este gran país".


 Antonio Damián Morales




  

miércoles, 24 de enero de 2024

Se cumplen 471 años de la apertura de la Real y Pontificia Universidad de México

Boletín UNAM-DGCS-052   

 24 de enero de 2024


• Clara Inés Ramírez González realiza un recuento histórico de la que es considerada antecesora de la Universidad Nacional Autónoma de México

La necesidad e insistencia de las autoridades eclesiásticas y civiles de la Nueva España por establecer una entidad educativa que formara a sus hijos como funcionarios del Estado imperial, originó el establecimiento de la Real y Pontificia Universidad de México.


El 21 de septiembre de 1551 la corona española concedió la fundación de la Universidad de México por cédula real, recuerda la investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, de la UNAM, Clara Inés Ramírez González.


En entrevista, la especialista en Historia de las universidades y de la cultura hispánica durante la época moderna, apunta: fue hasta el 25 de enero de 1553 que el virrey Luis de Velasco ejecutó la Real Cédula otorgada por Felipe II, en nombre de Carlos V, para la apertura de esa institución educativa, considerada antecesora de la Universidad Nacional Autónoma de México.


Con motivo de los 471 años de ese hecho histórico, la universitaria rememora que tres décadas después de la caída de Tenochtitlan (1521) la capital de la civilización mexicana, el rey firmó cédulas en la Península para la fundación de una universidad.


“La corona propició que vinieran familias completas a la Nueva España, entonces decían que no querían que llegaran hombres solos al territorio conquistado. Si eran solteros, buscaban que acá se casaran. Ello significó que la colonización española apoyó el proceso de población de un territorio ganado por la fuerza”.


Ramírez González precisa que la Real y Pontificia Universidad de México tuvo un papel fundamental en ese proceso de asentar una población que venía, en principio, con la idea de conseguir dinero y mejorar su situación, porque en la Península Ibérica había zonas muy pobres, como Extremadura o Cádiz, de donde llegó la mayoría de los primeros españoles a México.


Los pobladores pidieron a la corona las cosas que creían necesitar, entre ellas la universidad, pues consideraban que requerían un lugar donde sus hijos se formarán para acceder a cargos públicos, indica.



Alcance de un imperio


Durante esa época la institución educativa tuvo un papel importante en la expansión de la corona de Castilla y de la conquista del imperio mexica. A partir del siglo XV los reyes católicos consideraron que sus funcionarios tuvieran, al menos, 10 años de estudios universitarios y no solo se beneficiara a quienes hubieran ganado una batalla o por contar con un ejército para ofrecer al rey.


Fue el virrey, en representación del rey, el encargado de organizar esa primera entidad académica que a la larga contó con cinco facultades: Derecho Civil, Derecho Canónico, Artes, Teología y Medicina. “Al principio los profesores impartían sus clases como podían, pero poco a poco se fue formando una generación de estudiantes que después se convirtieron en catedráticos”.


Ramírez González menciona que aun cuando el papado concedió una bula en la que daba su autorización para que los grados tuvieran validez, ese documento nunca llegó a la Nueva España, y fue hasta el siglo XVIII cuando comenzó a utilizarse la denominación de pontificia, en ocasiones empleado como una protección contra el rey.


En 1570 la Universidad tenía 115 estudiantes; sin embargo, para el siglo XVIII cada año titulaba 20 mil graduados debido a su alcance, que era el de un imperio; es decir, “los estudiantes no solo podían trabajar en lo que hoy es México, sino también en territorios como Venezuela, Colombia o Quito”.


Entonces, la Universidad tuvo gran proyección y, poco a poco, el rey la utilizó para controlar territorios más allá de México y darles a los pobladores mexicanos participación en el imperio, aunque en primer término el acceso solo era para naturales e hijos de españoles, y al principio no hubo indios inscritos debido a la desarticulación de la sociedad indígena de ese momento.


“Lo que veo en la Conquista y en ese proceso de poblamiento de América es que se reinventaron las vidas de los españoles y de los propios indígenas, hubo mestizajes y se trató de una sociedad dura y de oportunidades desiguales; fue una historia azarosa”.


En la Real e Imperial Universidad de México no existía un sistema educativo, el cual se estableció hasta el siglo XIX. Antes, las personas que deseaban estudiar recibían instrucción inicial mediante la asistencia de profesores particulares.


De acuerdo con la experta, hasta el siglo XIX la función de la Universidad había sido importante en la consolidación de la sociedad y del gobierno mexicanos. Sin embargo, con el proceso de Independencia surgió una crisis política y económica que produjo el rompimiento con el sistema del gobierno imperial; se consideró entonces a la institución educativa como inútil, perniciosa e irreformable por lo que se buscó transformarla y modificarla. En ese periodo la institución educativa se cerraba y se abría, hasta que, en 1863, el emperador Maximiliano decidió cerrarla definitivamente.


Desde el siglo XVIII la Universidad se había constituido en una especie de secretaría de educación, en la que se definía quién otorgaba los grados. Los jóvenes podían realizar sus estudios en cualquier colegio del país, pero tenían que acudir a titularse a esta institución educativa.  En 1910, cuando se fundó la Universidad Nacional de México, la nueva universidad retomó ese carisma central en la vida del país, y en la formación de funcionarios públicos.



Institución referente


Asimismo, Ramírez González indica que la Universidad llenó vacíos del Estado, como el desempeño de funciones culturales, de 1910 a 1920, años tumultuosos y revueltos en la sociedad mexicana.


Después se presentó el proceso de diversificación que exigió la complejidad y el crecimiento de la sociedad mexicana de los años 70 del siglo XX. Hoy cuenta con museos, salas de conciertos y de cine, por ejemplo, además de tener bajo su resguardo una parte importante del patrimonio nacional.


Eso otorgó a la Universidad Nacional un papel protagónico, incluso como formadora de funcionarios públicos, presidentes y gobernadores, tarea a la que se unieron otras universidades.


Esa centralidad política de la Universidad durante el siglo XX es una tradición en la sociedad mexicana de tener una institución referente, fuerte, estructurada y un símbolo cultural de la sociedad, finaliza.


lunes, 22 de enero de 2024

PRIMERA SESIÓN PLANARIA DEL CCM-SI 2024

 PRIMERA SESIÓN PLENARIA DEL CONSEJO 

CONSULTIVO MIXTO DEL SISTEMA INCORPORADO




Por: Antonio Damián M.

El 22 de enero de 2024 en las instalaciones de la Dirección General de Incorporación y Revalidación de Estudios (DGIRE) se llevó a cabo la Primera Sesión Plenaria del Consejo Consultivo Mixto (CCM) del Sistema Incorporado, el cual está encabezado por la titular de la DGIRE y Presidenta del Consejo, Lic. Manola Giral de Lozando.



Acompañaron a la Lic. Giral: la Lic. Denisse Adriana Ramírez Soto, Jefa de la Unidad de Control de Gestión; el Lic. Roberto Muñiz Toledo, Jefe del Departamento de Estudios y Proyectos Académicos, en representación del Mtro. Alejandro Ruiz Ocampo, Subdirector de Incorporación; la Lic. Guillermina Castillo Arriaga, Subdirectora de Certificación; la Lic. Norma Solís Santana, Subdirectora de Revalidación y Apoyo Académico; el Mtro. Roque Olivares Vázquez, Subdirector de Extensión y Vinculació; el Fís. Edgar Muñoz Méndez, Subdirector de Cómputo; el Lic. Alejandro Benítez Jiménez, Coordinador de Educación Continua y la Lic. Olga Rey Morán, Asesora.



Acudieron, los consejeros de Nivel Licenciatura: el Mtro. Luis Antonio Santin Páez, Director Técnico Universidad Alzate de Ozumba; la Mtra. Argelia Hernández Espinoza, Rectora de la Universidad Insurgentes Plantel Xola; el Dr. Juan Carlos Pérez González, Director Técnico Escuelas de Enfermeras de Guadalupe; el Mtro. Jaime Martínez Casados, Director Técnico de la Universidad de Sotavento Campus Coatzacoalcos; la Mtra. Tatiana Gasca Albertos, Directora Técnica de la Universidad Mesoamericana de San Agustín y el Dr. José de Jesús González Pérez, Director Técnico de la Licenciatura en Psicología de la Universidad Don Vasco.


Por parte del Nivel Bachillerato: el Mtro. José de Jesús Palacios Plasencia, Director Técnico del Colegio México Bahillerato; la Mtra. Maritza Galindo Molina, Directora Técnica del Colegio Franco Inglés; el Lic. Juvencio Jaramillo Alavez, Director Técnico del Colegio Michelet de México; la Dra. Guadalupe Juárez Cabañas, Directora Técnica del Instituto Francisco Possenti; la Mtra. Elvira Martínez Rosas, Directora Tecnica de la Universidad de Londres; la QFB Natalia González Ávila, Directora Técnica del Colegio Francés Hidalgo; el MAD Raúl Sadoc Ríos Ortega, Rector de la Universidad Oparin; el MDI Raúl Miranda Pasquel y Rojas, Rector del Centro Universitario Anglo Mexicano de Mérida; la Mtra. María del Carmen León Islas, Directora Técnica del Centro Educativo Cruz Azul Hidalgo; la Mtra. María Teres Suárez Soberani, Directora Técnica de la Universidad Latina Campus Cuautla y la Mtra. Rosa Carrillo Fraustro, Directora Técnica del Liceo Intercultural Mexicano. 






lunes, 15 de enero de 2024

Un año prometedor en la DGIRE

 Por: Gabriela Maxine Romero Pérez

Lunes 15 de enero 2024

El lunes 15 de enero del 2024, la licenciada Manola Giral de Lozano, directora general de Incorporación y Revalidación de Estudios de la UNAM, dio un cálido discurso de bienvenida a todo el personal que labora en la DGIRE. 

En el discurso, la directora expresó su profundo agradecimiento al personal por su incansable labor y dedicación a la dependencia durante el año pasado, destacando el compromiso de todos para alcanzar los objetivos con el Sistema Incorporado.


También abordó la importancia de la salud, especialmente en el contexto actual. Hizo hincapié en la necesidad de prevenir y cuidar de la salud, recordando las precauciones ante las enfermedades respiratorias. 

La licenciada Giral resaltó la importancia de encontrar equilibrio y éxito en lo personal, concluyendo así su mensaje con un tono optimista, alentando a todos a abrazar las oportunidades que el nuevo año traerá consigo. El discurso de la directora resonó entre el personal de la DGIRE, dejando un ambiente positivo y motivador para comenzar el año.

CANSANCIO EMOCIONAL Y SUFRIMIENTO PSÍQUICO, TRANSTORNOS CONTEMPORÁNEOS

Cansancio emocional y sufrimiento psíquico, trastornos contemporáneos

FUENTE: GACETA UNAM


Hay quienes dejan de experimentar placer y se sienten poco motivados con las actividades que realizan, refirió Gerardo Mora Gutiérrez, de la FP

Los altos niveles de estrés y preocupación que enfrentan las familias mexicanas derivados de la creciente inseguridad, los problemas económicos y falta de seguridad social, producen un problema de malestar emocional generalizado que es urgente dimensionar y atender.

De acuerdo con Gerardo Mora Gutiérrez, profesor de la Facultad de Psicología de la UNAM adscrito a la Coordinación de Psicología Clínica y de la Salud, cada vez mayor número de personas se sienten insatisfechas, vacías y fuera de lugar en su propio entorno, propiciando sufrimiento psíquico y cansancio afectivo, que se manifiestan en trastornos de angustia, depresión y ansiedad.

Estamos en una época con mayores problemas y, sobre todo, con una vivencia que la gente expresa como de no existencia; siente como si no tuviera un sitio, una identidad o razón para vivir. Todo eso genera problemáticas severas.

Las tres determinantes emocionales que definirían esa condición de malestar contemporáneo son: de la liquidez, inexistencia y del vacío, en donde los individuos no se sienten bien consigo mismos en ningún lugar, por más que tengan un buen trabajo, familia estable o una sociedad que les ofrezca un rol importante que desempeñar.

Quien sufre psíquicamente, dijo, se encuentra en un estado de desarmonía; es decir, cree que no encaja con él o con ella misma, que tampoco puede mantener buenas relaciones interpersonales y, desde luego, a la hora de interactuar con su entorno no se siente en confianza, está insatisfecho, como consecuencia de una serie de malestares acumulados.

El especialista alertó que se trata de una problemática social que va en aumento, razón por la cual es importante detenerse a analizar qué pasa en los diversos grupos, a nivel de sociedad o de familia. En esta última se observa que hay un desmembramiento que tiene que ver con su entramado, en donde hay una serie de circunstancias que la amenazan, al igual que a la crianza de las y los niños.

Los desafíos económicos que enfrenta de manera cotidiana en su interior para cubrir las necesidades básicas y las diferentes expresiones de violencia social, son dos de los principales factores que desencadenan mayor sensación de malestar y fatiga.

Mora Gutiérrez comentó que cada vez es más común encontrar lo que en psicoanálisis se conoce como “familias deshabitadas”, en donde las personas están presentes de manera física, pero ausentes psíquica y psicológicamente; es ahí donde se identifica la primera herida o huella de malestar.

El tema del bienestar va más allá de las condiciones económicas o materiales, pues también hay que considerar el factor sentimental, que en esta época es determinante para definir si se puede hablar de una condición de esta naturaleza o desazón. Varias de las alteraciones como depresión o ansiedad deben considerarse señales de alerta o denunciantes, agregó.

Otros componentes que definen la inquietud contemporánea están relacionados con la irritabilidad y el agotamiento mental, aunado a que están dejando de experimentar placer y se perciben poco motivadas con las actividades que realizan; existe una sensación de agotamiento emocional.

“Hay dos palabras que me llaman mucho la atención dentro del léxico psicopatológico: una es la anhedonia, donde se ubica a las personas que no experimentan placer, y el otro es la abulia, que tiene que ver con personas que no se motivan y se dedican a hacer prácticamente nada”, refirió.

Reiteró que un “foco de alerta” para identificar que alguien padece un cuadro de cansancio está relacionado con que se muestran irritables todo el tiempo ante la falta de poder conectar con los demás, no le toman aprecio a lo que acontece, y como respuesta conductual o afectiva pueden asumir alguna adicción.

Vemos gente adicta a sustancias o tranquilizantes, pero también al trabajo, lo cual suele ser algo común y delicado; además se observan las conflictivas interpersonales, es decir, no puede mantener contacto con nadie; se conoce como despersonalización y tiene que ver con quienes de alguna forma empiezan a maltratar a otras personas y se muestran insensibles frente al sufrimiento de los demás, destacó.

Enfatizó que cuando se combinan la fatiga emocional con el sufrimiento psíquico se presenta una hiperestimulación de fuga, en donde buscan evadirse de la realidad frente al televisor, o a través del teléfono celular y la computadora.

“Sienten una necesidad de escapar y empiezan a tener pensamientos suicidas, entrando a una condición de alto riesgo como consecuencia de ese sufrimiento”, refirió.

Mora Gutiérrez sugirió que ante los primeros síntomas de cansancio emocional se debe buscar ayuda profesional y especializada, además de realizar ejercicios de autorreconocimiento y conciencia, como forma de dialogar con nosotros para encontrar las causas que nos llevaron a ese estado de crisis emocional.

CINCO DÉCADAS DEL INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOLÓGICAS

 








Cinco décadas del Instituto de Investigaciones Filológicas

En torno a un aniversario

Este texto fue publicado originalmente en Senderos filológicos, en la edición conmemorativa por los 50 años de fundación del Instituto de Investigaciones Filológicas, momento que se liga con el centenario del natalicio de su fundador, Rubén Bonifaz Nuño. Los contenidos de dicho número se componen en gran medida de semblanzas-homenajes a figuras ilustres que han dejado su impronta como grandes formadores, investigadores excepcionales y/o aquellos en quienes ha recaído manejar los destinos de este fundamental espacio de investigación, tal como se señala en la presentación del volumen 5 número 2. (https://www.iifilologicas.unam.mx/senderosFilologicos/index.php/senderosPhilologicos/5 _ 2 _ compl).

Dice el viejo adagio que “recordar es vivir”; más allá de la evocación, el hecho de recordar implica revaluar el pasado, sentar el presente sobre la base de un esfuerzo continuado e ininterrumpido que nos define y determina en una dinámica perpetua de continuidad y ruptura. Venerar el ayer no significa necesariamente magnificarlo, sino tan sólo mantenerlo vigente en la conciencia porque ello nos dará certidumbre, nos proporcionará seguridad, certeza y ¿por qué no? orgullo; todo camino andado es un triunfo que sumar a nuestro esfuerzo, es una forma de saberse legítimamente parte de un todo con un principio y un fin alcanzable a través de la suma de generaciones sucesivas.

Jaime Torres Bodet titula uno de sus libros de memorias Años contra el tiempo; nada más cierto: existe una lucha frontal entre la memoria y el tiempo; la primera pugna por sobrevivir por encima del olvido y la distancia busca mecanismos de persistencia, se perpetúa a través de la palabra, a través del arte, a través de la conservación de los objetos como diversas formas de arraigo para confirmar su identidad.

El Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFL) cumplió, el 4 de octubre de 2023, 50 años de existencia; muchos nombres, muchas vidas, innúmeros logros alcanzados, pendientes académicos, redefinición de tareas, nuevas y viejas metas por alcanzar. Sus publicaciones son el mejor testimonio del cumplimiento de sus objetivos; los informes anuales revelan el quehacer que día con día ha realizado su comunidad a lo largo de medio siglo.

En aquel 1973, estaba al frente de la Rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México Guillermo Soberón, único rector procedente del área de Humanidades y a quien debemos la construcción de las magníficas instalaciones que ahora habitamos. El abogado general de la Máxima Casa de Estudios era Jorge Carpizo. Ricardo Guerra dirigía la Facultad de Filosofía y Letras, y Rubén Bonifaz Nuño se desempeñaba como coordinador del Consejo Técnico de Humanidades. En este contexto nacía el Instituto de Investigaciones Filológicas que reunía a cuatro centros ya existentes y cuya trayectoria era prominente: el Centro de Lingüística Hispánica, el Centro de Estudios Clásicos, el Centro de Estudios Mayas y el Centro de Estudios Literarios.

El Centro de Estudios Literarios nació en 1956 gracias a la iniciativa y esfuerzo entusiasta de Julio Jiménez Rueda, José Luis Martínez y María del Carmen Millán. Ocupaba la mitad de la planta alta de la Biblioteca Central. Al traspasar la puerta de entrada se hallaba, a mano izquierda –separada apenas del resto de la oficina por un mostrador– la Biblioteca, presidida por el retrato de quien había sido el generoso donador del acervo principal de la biblioteca del Centro de Estudios Literarios: don Julio Jiménez Rueda, uno de nuestros ángeles tutelares. En 1973, el sitio que se me asignó para laborar estaba en el séptimo piso de la torre de la Biblioteca Central, un lugar sin ventanas, oscuro, destinado a las reservas bibliográficas de la Biblioteca Central, pero eso era lo de menos ante la perspectiva de llegar a ser algún día investigador de carrera.

El otro ángel tutelar cuyo retrato presidía nuestro Centro era don José María González de Mendoza, el famoso Abate de Mendoza, diplomático, novelista y crítico literario. Ambos personajes habían sido, en su momento, apoyos decisivos para la consolidación del Centro de Estudios Literarios. A la derecha de una sala general donde había una gran mesa en la que se acodaban los ayudantes de investigación, a falta de escritorios particulares en los que pudieran trabajar, se hallaban dos cubículos: el primero de ellos era para la directora del Centro: Ana Elena Díaz Alejo, y el segundo lo compartían Aurora Ocampo, quien ya por entonces dedicaba sus horas al registro de la bibliografía nacional del siglo XX, y María Rosa Palazón Mayoral, quien, a pesar de ser muy joven, ya lideraba el ambicioso proyecto de las Obras de José Joaquín Fernández de Lizardi. Por aquellos años estaban en proceso La quijotita y su prima y don Catrín de la Fachenda. Al fondo del salón estaban los escritorios destinados a Ernesto Prado Velázquez, secretario académico del propio Centro; Esperanza Lara, quien asumió el deber de rescatar a José Juan Tablada, y culminaba este grupo la presencia de Héctor Valdés, versado estudioso de la pléyade de poetas de la Revista Moderna. Sí, aquel sitio era pequeño, pero acogedor, pequeño en sus dimensiones, pero portentoso en sus ambiciones.

Foto: Instituto de Investigaciones Filológicas.

Con el fin de fortalecer y consolidar el Instituto recién creado, se reclutó a un nutrido grupo de jóvenes estudiantes para desempeñarse como ayudantes de investigación al tiempo que realizaban su tesis de licenciatura. En el Centro de Estudios Literarios, Ana Elena Díaz Alejo reunió a un grupo de diez alumnos a quienes conocía a partir de sus clases en la Facultad –yo, entre ellos. Además de seminarios en común y juntas periódicas con Ana Elena, a cada uno de nosotros le fue nombrado un tutor de lujo que vigilaba de manera directa la formación y desempeño de sus pupilos asignados según su especialidad y de acuerdo a los proyectos prioritarios del Centro; la simple enumeración de esos tutores evidencia la calidad y trascendencia de los mismos: José María González de Mendoza y Rodríguez. Othón Arróniz, Ernesto Mejía Sánchez, María Rosa Palazón Mayoral, Aurora Ocampo Alfaro, Ernesto Prado Velázquez, Héctor Valdés Valdés, Jorge Ruedas de la Serna, Alfonso Rangel Guerra, José Pascual Buxó y Henrique González Casanova, con quien trabajé directamente y a quien debo consejos que han normado mi vida académica a lo largo de todos estos años. En 1974 se integró al Centro una investigadora acuciosa y tenaz: Elvira López Aparicio, quien unía a un impecable cuidado en la investigación hemerográfica una simpatía arrolladora. A cada uno de nosotros se nos asignó una investigación individual; en mi caso: la elaboración de los índices de una de las revistas más importantes de la primera mitad del siglo XX: Letras de México (1937-1947).

Por azares de la vida y de la vocación, ese grupo de jóvenes ayudantes se fue desintegrando hasta quedar reducido a cuatro personas plenamente comprometidas con su trayectoria académica: Yolanda Bache Cortés, Irma Isabel Fernández Arias, Humberto Maldonado Macías y quien esto escribe; la muerte, sin embargo, nos arrebató tempranamente a Humberto y a Irma Isabel; hoy, Yolanda y yo, representamos a esa generación de investigadores que nació con el Instituto hace ya medio siglo; en él nos formamos, con él hemos crecido, en él hemos vivido momentos sublimes y días trágicos, hemos visto cómo nacían uno a uno nuestros libros, maduramos entre sus muros y entre ellos hemos envejecido. El destino me llevó a la clase de Literatura Española Contemporánea que impartía Ana Elena en la Facultad de Filosofía y Letras. Desde la primera clase ejerció sobre mí una fascinación que sigo experimentando cincuenta años después. Vestida siempre con sobriedad y elegancia, Ana Elena usaba por aquel tiempo un “moño” como dirían los españoles, un “chongo” como diríamos nosotros, que le imprimía un indiscutible aire magisterial; sus enormes ojos sobresalían en aquel rostro de facciones armónicas en el que rara vez se esbozaba una sonrisa. Por aquel tiempo, fumar era de buen tono, y Ana Elena fumaba y mucho, aún dentro de la clase, porque estábamos lejos de conocer los efectos perniciosos del humo del tabaco en espacios cerrados y frente a fumadores pasivos. Tenía –porque hace tiempo que dejó el tabaco– una curiosa manera de impulsar el cigarrillo hacia arriba con un dedo, gesto que daba a su hábito de fumar un cariz de originalidad indiscutible. Gracias a sus clases entendí el dolor soterrado que los escritores del periodo franquista imprimieron a su obra: Camilo José Cela, Carmen Laforet, Ana María Matute, Martín Gaite, Rafael Alberti, Juan Goytisolo, Daniel Sueiro, León Felipe y tantos más que a partir de entonces se convirtieron en parte inseparable de mi labor académica: cuando Ana Elena dejó ese curso en la Facultad, yo la heredé a sabiendas de que la marca era demasiado alta y yo tenía que hacer honor al privilegio que se me otorgaba.

Ana Elena Díaz Alejo ha sido siempre y será una mujer imponente: por su figura, por su prestancia, por su carácter férreo, por la seguridad que imprime a todo cuanto hace, a todo cuanto dice. Maestra por vocación, posee una admirable capacidad didáctica: tema que toca, lo desmenuza cuidadosamente con naturalidad inigualable de tal manera que el objeto estudiado –poema, cuento, ensayo o novela– adquiere a los oídos de su interlocutor una corporeidad diáfana y asequible; en una clase magistral, en una charla informal o en una simple disertación de café impartida por ella no cabe nunca el aburrimiento. Al escucharla comentar una obra ¡todo parece tan fácil! Todo resulta ¡tan obvio! Ana Elena es consciente de su don y lo cultiva con pasión y perseverancia porque además se siente comprometida con la literatura; se reconoce a su servicio; se entrega total y plenamente a su embrujo. Poseedora de una sólida biblioteca personal, cuida y atesora cada volumen, consciente de su valor intrínseco y trascendental. Para Ana Elena Díaz Alejo el mundo adquiere sentido a través de la literatura, la filosofía la historia, el arte. La he visto llorar, consternada, ante el traje perforado por las balas que llevaba Emiliano Zapata en Chinameca, y recorrer con fruición en compañía de la maestra Ana María Rosa Carreón los sitios más emblemáticos de la Revolución en el estado de Morelos; pero también, la he observado ensimismada frente a la extraordinaria exposición que el Museo del Hermitage trajo a México hace ya muchos años y a la que llevó a sus pupilos para que estuvieran en contacto con obras señeras de la pintura universal. Para Ana Elena, el libro, en sí mismo, es un objeto de culto. Editora por vocación, atiende personalmente todos y cada uno de los procesos que llevan a la conformación de una obra; tiene los ojos entrenados para detectar cualquier error, cualquier falla que haya pasado desapercibida para un corrector novel; desde los tiempos en los que los libros se formaban colocando los tipos sobre las planchas de metal, hasta la actualidad cibernética, nadie como ella para manejar los procesos editoriales. Académica de tiempo completo, Ana Elena no concibe el tiempo sin el estudio, sin la lectura, sin la corrección de textos, sin la difusión del quehacer académico dentro y fuera del ámbito universitario. Hace años que vive en Tampico, lugar donde nació por mero accidente, y desde la trinchera del puerto sigue ejerciendo su tarea de difusora del conocimiento.

Rubén Bonifaz Nuño. Foto: archivo Gaceta UNAM.

El nombre de Ana Elena Díaz Alejo va indefectiblemente ligado al de Manuel Gutiérrez Nájera. Su primer acercamiento con el Duque Job fue la publicación de los índices de la Revista Azul, dictaminado entusiastamente para su edición por Salvador Novo. A partir de ahí se creó entre ella y el hombre de la gardenia en el ojal una relación estrecha que ha durado toda la vida. Ana Elena ha entablado con él innumerables diálogos buscando siempre la manera de hacerlo más asequible tanto a los especialistas como a los lectores neófitos. Durante muchos años ha trabajado hombro con hombro con diversos estudiosos de la obra najeriana; siendo la especialista por antonomasia, no ha dudado en ceder su tiempo y sus conocimientos en beneficio de la difusión de la vasta obra de aquel hombre que aún aguarda “al pie de la escalera” a cuantos quieran acercarse a su mundo. Sólo Ana Elena podía definirlo de manera tan precisa y tan certera como “el poeta que dignificó la apariencia física del artista manteniendo la pulcritud en su persona, haciendo famosos sus bigotes engomados y la gardenia en el ojal, el poeta que paga las cuentas al sastre, conoce el juego de las apariencias y la importancia de un atuendo” (Díaz Alejo, 1995: 12), y agrega líneas adelante: “Su obra, veinte años de escritura en perpetua lucha con la palabra, deja ver la imagen de un mundo no tan lejano y la presencia de una sensibilidad siempre dispuesta a afinar su canto” (13).

Pero Ana Elena no sólo lidereó los estudios najerianos –hoy bajo la responsabilidad académica de Belem Clark de Lara–, es también la iniciadora de los estudios teóricos sobre la edición crítica de textos cuando en México no existían las apoyaturas especializadas con las que hoy se cuenta. Producto de esas reflexiones personales que llevó a la práctica en tantos y tantos volúmenes impecablemente editados, e instruyendo a sus discípulos, fue su libro: Edición crítica de textos literarios. Propuesta metodológica e instrumenta (2015), en él recoge toda su experiencia como investigadora y editora de textos literarios: reflexiona sobre el quehacer filológico, enumera los distintos pasos del proceso de investigación, contabiliza todos los elementos que entran en juego en la elaboración de una correcta edición crítica; explica de manera pormenorizada los elementos constitutivos de ella, hace una descripción minuciosa de todos los instrumenta de que se vale una edición puntual hasta llegar al producto definitivo: portada del libro Edición crítica de textos literarios: propuesta metodológica e instrumenta, de Ana Elena Díaz Alejo. México, D. F.: Universidad Nacional Autónoma de México / Instituto de Investigaciones Filológicas (UNAM) / Seminario de Edición Crítica de Textos (Resurrectio). 2015. La versión idealmente concebida de una obra vestida de limpio y con sus mejores galas, asequible al lector contemporáneo gracias a su prólogo, diversos índices, notas a pie de página, bibliografía, etc. Es la propia autora quien define los objetivos de la disciplina ecdótica: “El trabajo filológico precisará el enfoque exacto de toda perspectiva crítica, permitirá la clara comprensión de los movimientos estéticos, otorgará la ubicación justa a autores y obras, conformará con autenticidad los esquemas historiográficos y, por todo ello, auxiliará en la explicación de la cultura contemporánea” (2015: 20).

Decía José Ortega y Gasset en sus Meditaciones del Quijote: “Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella, no me salvo yo”. ¡Gran verdad! Es precisamente el entorno que rige nuestras vidas, en el que nacemos, en el que nos desarrollamos, con sus crestas y sus simas, con sus momentos de lucidez y de negrura, con sus tiempos de bonanza o de precariedad el que va determinando esa circunstancia que nos define y nos reúne bajo un mismo signo, bajo una misma bandera, en el seno de una familia común que se reconoce e identifica por sus características.

“Todo lo sabemos entre todos”, decía el gran maestro Alfonso Reyes; cada uno, desde su ángulo particular, desde los límites de su propia experiencia, aporta ese fragmento que habrá de sumar un eslabón a la larga cadena de la Historia.





miércoles, 10 de enero de 2024

Dossier: La DGIRE frente a la pandemia por SARS-CoV-2

Por: Gabriela Maxine Romero Pérez

Miércoles 10 de enero 2024

La Dirección General de Incorporación y Revalidación de Estudios (DGIRE) publicó en noviembre del 2023 el Dossier: La DGIRE frente a la pandemia por SARS-CoV-2 con un tiraje de 1000 ejemplares, que se repartieron entre docentes y directivos del Sistema Incorporado de la UNAM, y el personal de la dependencia. El documento fue un proyecto que tomó 8 meses de realización y estuvo coordinado por un grupo de la Subdirección de Extensión y Vinculación.

 

La publicación se trata de documento informativo que busca presentar de manera concreta las acciones esenciales, que se llevaron a cabo durante el confinamiento sanitario, debido a la pandemia ocasionada por la propagación mundial del coronavirus, dentro del periodo del 17 de marzo del 2020, al 17 de diciembre del 2021.

El contenido del Dossier muestra la planeación, organización y pleno establecimiento de varias de las estrategias académicas y acciones sanitarias; de igual forma la planeación administrativa que fue diseñada por la DGIRE desde el inicio de la pandemia, con la convicción de salvaguardar las actividades propias de la dependencia, la calidad académica y el funcionamiento seguro del Sistema Incorporado y la de sus comunidades educativas. Así mismo el de la salud física y psicológica del personal de la DGIRE.


Este Dossier representa un valioso documento histórico de un periodo inédito en la vida de las actuales generaciones universitarias, además de respaldar la vitalidad y solidez de la UNAM, la DGIRE y las instituciones educativas que conforman su Sistema Incorporado, que aún frente a una pandemia mundial no se detuvieron, sino que se adaptaron a las circunstancias de los múltiples contextos.

Con el fin de tener una amplia difusión y romper las barreras del tiraje físico, la DGIRE ha puesto en línea y para su descarga libre el Dossier, también se encuentra el acceso para consultar los documentos oficiales (2020-2021) y un listado del personal universitario que laboró durante este periodo.

Accede a la versión digital: https://www.dgire.unam.mx/webdgire/dossier/