Además del daño físico, hay otros agravios, como el psicológico, la explotación financiera, el abandono y el abuso sexual: Virginia Amalia Vázquez, de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza.
Aunque las personas adultas mayores conocen sus derechos en general, en numerosas ocasiones no los pueden ejercer por su vulnerabilidad, condición física, necesidad de cuidados, etcétera. “No se animan a algo tan esencial como opinar o tomar decisiones; guardan silencio para no arriesgarse a dejar de recibir el cuidado de los familiares, asevera Virginia Amalia Vázquez Téllez, académica de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza, de la UNAM.
Por supuesto, el maltrato tampoco se denuncia. Tienen miedo de que haya aún más abuso, explica. Además, no se debe perder de vista que, dentro de ese grupo poblacional, hay quienes son más vulnerables: mujeres, de alguna minoría (indígenas, por ejemplo) y con discapacidad.
Ante ese panorama, se requiere reconocer y hacer visible esa condición que viven varios ancianos para promover una cultura de envejecimiento activo y saludable entre ellos y en el resto de la población, porque “existe una gran probabilidad de que todos alcancemos los 60 años o más. Lo que hagamos ahora repercutirá en nuestro futuro y en el adulto mayor que podamos llegar a ser”, enfatiza.
De acuerdo con la especialista, también hay que erradicar esa visión negativa, envuelta en prejuicios y estereotipos que denominamos “viejismo”, que constituye una forma de discriminación debido a cómo los vemos, nos referimos a ellos o los tratamos. Por el contrario, se debe reconocer la valía que tiene su presencia dentro de las familias, por sus conocimientos y experiencias.
Entrevistada sobre el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, que se conmemoró el sábado pasado (15 de junio), la universitaria refiere que además del maltrato físico hay otros, como el psicológico, la explotación financiera, el abandono y el abuso sexual.
Algunos ejemplos: daño corporal; actos verbales o no verbales que generan angustia, desvalorización o sufrimiento; contacto sexual no consentido; descuido o desamparo de una persona que depende de otra; el uso ilegal de sus fondos, de la propiedad o los recursos; y la falta de políticas sociales y de salud adecuadas.
En nuestro país –donde según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo en el tercer trimestre de 2022 había 18 millones de adultos mayores, es decir, 14 % de la población– el porcentaje que ha sufrido esos u otros actos de agresión podría alcanzar el 20 %. “El Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores señala una cifra del 18.5 %; algunas otras investigaciones registran más del 32 %.
Y se prevé un incremento del problema, que estos números estarán en aumento, pues hay un proceso de envejecimiento de la sociedad, afirma.
Los agresores
Vázquez Téllez alerta que, por lo general, no hay que buscar a quienes ejercen ese maltrato fuera de casa. “En la mayoría de los casos se trata de los propios hijos, a veces los nietos, incluso la pareja, cuando existe”, aunque también puede tratarse de vecinos o desconocidos.
En las instituciones públicas y privadas cada vez hay más capacitación e información para darles mejor atención y servicio; no obstante, aún se reportan atropellos por parte de servidores públicos.
Fuente: Gaceta UNAM. “Tres de cada diez adultos mayores han sufrido maltrato”. Gaceta UNAM, 17 de junio de 2024, núm 5484. Recuperado de: https://www.gaceta.unam.mx/tres-de-cada-diez-adultos-mayores-han-sufrido-maltrato/
El mismo ChatGPT lo asegura: los sesgos en los conjuntos de datos utilizados para entrenar modelos de IA es posible que perpetúen estereotipos de género o discriminación
La inteligencia artificial (IA) no tiene género, afirman sus creadores, sus impulsores, sus desarrolladores.
Bien, en estos tiempos eso suena incluyente y progresista: la IA no tiene género.
Good! Fantástico. Genial. Chingón.
Un momento. ¿Realmente no tiene género?
Entonces, ¿por qué es –sutil o abiertamente– machista cuando proporciona o genera información? ¿Por qué tiene sesgos que reproducen formas excluyentes del patriarcado y fomenta estereotipos que cosifican a las mujeres?
Pruebe y verá: feminista no es la IA. Nadie le ha dado un curso para que lo sea. Sus datos no tienen un perfil inclusivo.
¿Por qué ocurre tal cosa? La respuesta está en la forma en que la IA es programada… por hombres. Por hombres que reproducen orientaciones machistas.
Y también porque la información de la que suele echar mano la IA tiene, históricamente, un marcado componente masculino que discrimina, o al menos relega a la mujer.
La IA no puede hacer nada: esa es la información que hay, esa es la información de la cual dispone, y no tiene capacidad para modificarla, para darle un carácter feminista, para al menos dotarla de un principio de igualdad de derechos de la mujer.
Así lo explican especialistas universitarias…
Como seres humanos
A pregunta expresa, ChatGPT responde: “La IA no tiene inherentemente género ni ideología. Sin embargo, en su desarrollo e implementación pueden influir cuestiones de género de diversas maneras. Por ejemplo, los sesgos en los conjuntos de datos utilizados para entrenar modelos de IA es posible que perpetúen estereotipos de género o discriminación”.
Saiph Savage, ingeniera en computación por la UNAM y con un doctorado en Ciencias de la Computación por la Universidad de California, Santa Bárbara, recuerda que “la inteligencia artificial busca crear computadoras que puedan empezar a pensar como los seres humanos”.
La IA generativa produce nuevo contenido desde la experiencia y el aprendizaje de máquina –machine learning– con la que se educan los sistemas a partir de la información. “Esto es lo que hace ChatGPT: tú le das millones de datos con los cuales empieza a aprender ciertos conceptos”, describe la ingeniera de la UNAM.
¿Cómo influimos en la IA? Probablemente nadie o casi nadie pensó que subir una foto, dar un like o hacer un comentario en la web tendría una repercusión social hasta que la IA aprendió del lenguaje, las acciones y la interacción.
¿Qué está reflejado ahí de nosotros?
Es una pregunta que plantea la lingüista computacional María Ximena Gutiérrez, parte del programa Macrodatos, Inteligencia Artificial e Internet del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), el cual busca reflexionar desde las humanidades y la interdisciplina los avances de la IA.
Gutiérrez responde: “Lo que está reflejado ahí de nosotros tal vez tiene muchos sesgos, reproduce estereotipos, incluidas cuestiones de género que se consideran machistas. El enfoque predominante de la IA se basa en aprender de una gran cantidad de ejemplos (data-driven). El sistema aprenderá de datos de origen que pueden estar sesgados”.
¿Cómo aprendió a ser machista y patriarcal?
Si partimos de que la IA de aprendizaje metabolizó datos sesgados en cuestiones de género, la IA generativa tomará decisiones replicando aquellos que aprendió de las personas. En este camino, Saiph Savage recuerda que la IA “está entrenada para reproducir, pero también puede amplificar”, esto pensado en términos de machismo y violencia de género contra las mujeres.
Ximena Gutiérrez también explica algo importante del proceso: “Estas tecnologías son muy eficientes, pero eso conlleva un costo oculto, el cual se traduce en que a veces esos sistemas de redes neuronales artificiales tan complejos no son transparentes, no te pueden explicar por qué tomaron una decisión, y eso tiene un impacto social”.
No es neutral
Si la IA tuviera que decidir a quién contratar, probablemente elegiría a un candidato varón. Le sucedió a una empresa multinacional especializada en comercio electrónico, streaming digital e inteligencia artificial. Entre 2014 y 2015 descubrieron que sus motores de contratación discriminaban a las mujeres. ¿La razón? Su herramienta de selección, hasta ese momento experimental, trabajaba con un algoritmo que aprendió a valorar los patrones de las hojas curriculares en un tiempo de 10 años, y como el dominio masculino ha predominado en las industrias tecnológicas, una candidata sería discriminada sólo por ser mujer. Esto lo hacía no ser neutral en cuestiones de género.
Según las estadísticas de mujeres en la tecnología 2024 de WomenTech, a principios del milenio en Estados Unidos su representación laboral en la tecnología era del 9 %. Actualmente, ellas constituyen el 35 % de la fuerza laboral.
Representatividad e impacto social
La IA no sólo es una herramienta que hace uso de probabilidad y matemáticas, ahora también es un constructo social con impacto sobre la sociedad. Por ello Ximena Gutiérrez señala la importancia de conocer “la representatividad de datos digitales que hay para entrenar un sistema, un modelo de lenguaje” ¿Por qué? Porque si “tienen un sesgo muy visible machista eso se verá reflejado”.
La ingeniera de la UNAM explica la necesidad de formar grupos interdisciplinarios que incidan sobre la representatividad y soberanía de los datos. “También podemos apoyarnos en la minería de datos –proceso en el que se analizan grandes volúmenes de información para encontrar patrones que expliquen su comportamiento en un contexto determinado– a fin de descubrir tendencias que nos sugieran que los datos de origen tienen algún tipo de sesgo”.
Necesita de todos
No sólo la información de la que se ha alimentado la IA podría estar sesgada; el sesgo puede venir también de los grupos de trabajo que hacen la tecnología.
“Por ejemplo, las principales compañías que hacen IA hoy en día: Meta AI, Google, Open AI, todas estas, en realidad tienen una representación muy del norte global, casi no hay inclusión de instituciones del sur global, ahí ya hay un sesgo y eso ya va más allá de los algoritmos o la programación”, comenta Ximena Gutiérrez.
Los sesgos son múltiples y se van acumulando: la geografía hegemónica, el predominio masculino en el campo de la tecnología y la ingeniería. De la misma manera hay ausencia de participación de miembros de comunidades diversas o en estado de vulnerabilidad en el diseño de IA.
Estructuras de daño
Ejemplos sobre la IA machista son varios y no tienen que ver sólo con la contratación de las mujeres. Ellas han sido discriminadas en la industria financiera cuando se les ha negado un crédito como amas de casa o si la IA ha decidido la cantidad de dinero a la que pueden acceder conforme al registro de sus percepciones.
También se puede hablar de agresiones. “Estamos viendo casos terribles de violencia digital contra las mujeres que complejizan aún más el problema para ellas”, argumenta Aimée Vega, especialista en feminismo y comunicación del CEIICH.
Y se refiere a la generación de imágenes deep fake –un video, una fotografía o un audio generado que imita la apariencia y el sonido de una persona–, donde las mujeres son representadas como objetos sexuales y que incluso llegan a la pornografía.
La IA que no es feminista puede también contribuir a la feminización de la pobreza y la precarización de las mujeres en el mercado laboral, esto pensado en la IA que sustituye a una mujer en el trabajo, en la automatización inteligente de las industrias tradicionales o los sueldos menores que reciben las mujeres por el simple hecho de serlo.
Otro caso de violencia contra las mujeres desde la IA puede ser la vigilancia ciudadana que existe en redes sociales. Por ejemplo, en las Apps que registran información de los ciclos menstruales, donde ésta se utiliza para “identificar quiénes están en edad fértil y tomar acciones incluso legales contra aquellas que no quieren ser madres o las que abortan”, cuenta Aimée Vega.
Por su parte, Saiph Savage narra que “los algoritmos de recomendación, por ejemplo de parejas, tenían muchos sesgos sobre hacer sugerencias, y entonces las mujeres que ya eran un poco mayores de pronto el algoritmo de IA decidía limitar el tipo de opciones amorosas a las que ellas tendrían acceso. Si lo piensas, se considera un tipo de violencia, porque están cerrando las posibilidades de vida que una mujer puede tener”.
Hay que pensar lo mismo en las opciones decisión de compra y consumo que la IA puede ofrecer a las mujeres.
¿Los hombres pierden?
Aimée Vega reitera: “La tecnología no es neutral, es un dispositivo de poder y opera en un marco de relaciones donde se sostiene la desigualdad entre mujeres y hombres, la violación a los derechos humanos de ellas, así como la violencia y la discriminación en su contra”.
Añade: “La igualdad entre mujeres y hombres es el primer derecho humano, y la no discriminación es el paradigma en el que ha descansado el feminismo para hacer la construcción de los derechos humanos de ellas. El avance de las mujeres desde la perspectiva patriarcal ha sido percibido como intimidación a los varones, porque se les presenta como amenaza a los privilegios masculinos, cuando su fin último es la igualdad”.
Si no se cuenta con una estadística o cifras sobre la forma en que impacta una IA que no es feminista, Saiph Savage propone cuantificar los males. “Para entender las estructuras de daño que pueden existir y es posible que generen dolor hacia diferentes poblaciones, ayuda visualizar esto y también tener un camino sobre cómo empezar a atacar esos problemas”.
Diseños participativos
Saiph Savage comparte, desde su experiencia, que la UNAM cuenta con un curso de IA centrado en el ser humano. Esto significa tener iteración en cada parte del proceso de la creación de la IA; atacar los sesgos existentes en los datos; nutrir la IA con información en contra de la discriminación, los estereotipos y los sesgos de género; revisar las interfaces y agregar “a humanos que tomen las decisiones finales. La IA puede tener errores, es importante que permitas que haya personas que ayuden a corregirlos y percatarse de que es posible que los sesgos existan”.
De la misma forma, la UNAM trabaja en que la IA esté pensada en las mujeres y sus necesidades, y esto para Saiph Savage representa una oportunidad de innovación a través de diseños participativos.
La ola de mujeres de esta época está trabajando por una IA responsable y por todas ellas.
Gaceta UNAM. “La inteligencia artificial no es feminista”. Gaceta UNAM, 17 de junio de 2024, núm 5484. Recuperado de: https://www.gaceta.unam.mx/la-inteligencia-artificial-no-es-feminista/
La Dirección General de Incorporación y Revalidación de Estudios de la UNAM, se une a la pena que embarga a la comunidad del Colegio Alexander Bain, por el sentido fallecimiento de
José Prado Havaux
Director General
Alexander Bain Irapuato
Hacemos extensivas nuestras condolencias y afecto a familiares y amigos.
"Por mi raza hablará el espíritu" Ciudad Universitaria, 16 de junio de 2024
Es importante que los estudiantes de cualquier rama de la biología conozcan sus posibles usos.
La bioinformática es una ciencia multidisciplinaria que trabaja en conjunto con la biología, la informática y la estadística, y se caracteriza por el empleo de un conjunto de herramientas y métodos computacionales para analizar datos biológicos y, principalmente, conocer la función de los genes durante diferentes procesos, explica Alfredo Varela Echavarría, investigador del Instituto de Neurobiología (INb) de la UNAM, campus Juriquilla, Querétaro, y responsable del Laboratorio Nacional de Visualización Científica Avanzada (LAVIS-Conahcyt), de la misma institución.
“Esta disciplina (bioinformática) está compuesta de diversos elementos, uno de ellos es la parte experimental en donde se analizan las células, se extrae la información (el DNA o el RNA), se realiza una secuencia de datos genómicos (método que se emplea para conocer el orden exacto de los nucleótidos), y posteriormente se desarrolla el análisis bioinformático”, menciona.
La información que se obtiene “ayuda a comprender la estructura y función de los genes, pero también la evolución de las especies, identificación de enfermedades genéticas, elaboración de fármacos y otras aplicaciones en áreas de la medicina”.
A decir de Varela Echavarría, la bioinformática es fundamental en cualquier disciplina biológica y beneficia la gran mayoría de proyectos científicos en el campo de las ciencias biomédicas, porque ayuda a aplicar enfoques genómicos, respecto a su activación, organización y funcionamiento.
Diferentes aplicaciones
La bioinformática permite conocer cómo reacciona el organismo al aplicar un fármaco. Por ejemplo, indica el investigador, se toma de referencia el cerebro de un animal y se analizan sus genes activos en dos condiciones, la normal y la otra cuando se aplica un modelo de enfermedad. Esto sirve para conocer el riesgo de desarrollar diferentes patologías.
De acuerdo con Varela Echavarría, otra posible aplicación es cuando se estudia un animal que previamente no ha sido analizado y del que se desconoce su genoma; aquí las herramientas bioinformáticas ayudan a conocer características específicas de un ser vivo.
La aplicación de la bioinformática en estudios de farmacología sería otro de sus usos, debido a que se puede conocer el efecto de fármacos en el organismo.
LAVIS-Conahcyt
“El LAVIS-Conahcyt tiene herramientas de cómputo de alto desempeño y de visualización científica para el análisis de datos en relación con la bioinformática, que tiene el fin de presentarlos de una manera visual para lograr interpretar lo que está ocurriendo en el sistema biológico”, explica el especialista.
Varela Echavarría agrega que “cuenta con tres unidades principales de visualización. Una se compone de 24 pantallas que funcionan como una sola en la que se pueden proyectar imágenes de alta resolución”.
La segunda es una sala de visualización inmersiva, tipo cueva, en la que se pueden observar modelos 3D, como los construidos con imágenes de resonancia magnética, de histología, de la molécula del DNA o de modelos de placas tectónicas. “Esto permite verlos desde diferentes ángulos y tener una interacción con datos que únicamente es posible apreciar de esta forma”, refiere.
La tercera unidad es para proyección esférica y permite visualizar modelos climáticos o geológicos sobre el globo terráqueo, o de cuerpos celestes como la Luna o los planetas del sistema solar.
Empleando los recursos de cómputo de alto desempeño, o supercómputo del LAVIS-Conahcyt, “nos encargamos de aplicar herramientas bioinformáticas para el análisis de la regeneración, proceso que permite restaurar tejidos o estructuras perdidas por lesión o amputación, y lo estudiamos en babosas terrestres o limacos, que pertenecen al grupo de los moluscos que incluyen a caracoles, ostras, pulpos y calamares. Aquí la bioinformática nos permite entender cómo ocurren los procesos celulares y moleculares de la regeneración”, precisa Varela Echavarría.
Actividades
El pasado 10 de junio inició la Semana de Bioinformática 2024 en el INb, organizada por los investigadores de dicha institución Alfredo Varela Echavarría, Wilbert Gutiérrez Sarmiento y Jerónimo Miranda Rodríguez.
Esta actividad académica se realiza a manera de curso, y en él se enseña lo básico para iniciarse en el ámbito computacional de Linux, que es el sistema operativo que se emplea en la bioinformática, en el cual se teclean comandos para la activación de herramientas que permiten realizar análisis.
También, se brindan algunas herramientas y se aplican ejercicios de programación básica para el formato y el análisis numérico de datos, y la elaboración de estadísticas.
Por ello, el especialista recomienda a las y los estudiantes que se están formando en cualquier rama de las ciencias biológicas que asistan a cursos introductorios como este, y que aprendan dichos enfoques genómicos, con el fin de entender la importancia de la bioinformática y su aplicación, pues es una herramienta que les enseña técnicas muy especializadas de uso en bioquímica, histología, anatomía y fisiología, entre otras ramas de la biología.
Fuente: Gaceta UNAM. “Bioinformática, fundamental para las ciencias biomédicas”. Gaceta UNAM, 13 de junio de 2024, núm 5483. Recuperado de: https://www.gaceta.unam.mx/bioinformatica-fundamental-para-las-ciencias-biomedicas/
La egresada del CCH Oriente y la Facultad de Filosofía y Letras, donde conoció “del trabajo duro y la constancia”, participó en la película Emilia Pérez, del francés Jacques Audiard
Cuando Lily Gladstone tomó el micrófono en la ceremonia de clausura del Festival Internacional de Cine de Cannes, era momento de anunciar a la merecedora del premio a mejor interpretación de una actriz y buscó dejar claro que la decisión del jurado de la competencia oficial del que formó parte no había sido sencilla:
“Este año fue increíble para las interpretaciones femeninas, y como jurado decidimos que no podíamos ser justos destacando una actuación cuando son más fuertes juntas, por eso decidimos premiar al elenco de…”
Fue en ese momento que el actor italiano Pierfrancesco Favino se puso de pie y declaró que cuatro de las intérpretes de Emilia Pérez (2024), el proyecto más reciente del cineasta francés Jacques Audiard, eran las ganadoras: la española Karla Sofía Gascón, las estadunidenses Selena Gómez y Zoe Saldaña, y la mexicana Adriana Paz.
No fue todo, antes de terminar el evento, la película cosechó otro reconocimiento: el Premio del Jurado.
Fue así como Adriana Paz se convirtió en la primera connacional en ser reconocida por su actuación en el prestigioso festival francés y sumó su nombre al de leyendas como Giulietta Masina, Jeanne Moreau, Sophia Loren, Isabelle Huppert, Helen Mirren, Juliette Binoche, entre muchas otras. También fue la confirmación de una carrera que había comenzado muchos años atrás en fiestas infantiles, y después en los pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM.
Universitaria
Aunque Adriana Paz no siempre quiso ser actriz, algo dentro de ella la condujo una y otra vez a esta disciplina. “Hubo un momento en mi vida que quería ser arquitecta o bióloga marina, pero creo que en el fondo sí prefería la actuación. Escuchaba los comentarios externos de que no es una carrera, o: ‘Si te gusta, ¿qué vas a estudiar?’ Me gustaba cantar, el cine, ir al teatro. Organizaba piezas teatrales en la ventana cuando teníamos alguna fiesta infantil, les daba personajes a mis primos y amigos”, recuerda Paz entre risas.
Sin embargo, las dudas se disiparon cuando estudiaba en el Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Oriente: “El momento en el que escuché mi voz interior fue cuando vi en un mural del CCH Oriente las carreras y cuando leía algo como arquitectura, no me ubicaba ahí. Es importante sentir, porque a veces la mente nos engaña, hay que hacerle caso al cuerpo porque está conectado con el corazón, con tu esencia. Es esa voz interior la que te dice realmente lo que quieres”.
A lo que añade: “Escuché mi voz cuando vi la licenciatura en Literatura Dramática y Teatro. Ahí me latió el corazón, me vibró el cuerpo. Mi familia iba a tomarlo como algo serio y me iban a apoyar. Pero yo era la que tenía que aprobarse”.
Sobre los años que pasó en el Colegio de Teatro de la FFyL, apunta que en ese lugar aprendió “del trabajo duro y la constancia” necesarias para su profesión, pero no sólo eso:
“Fue ahí que aprendí a soñar. En los pasillos de la Facultad de Filosofía se dio mi primer acercamiento con los escenarios y la academia. Me llena de mucho orgullo estar hoy aquí habiendo cumplido esos sueños”.
La entrevista se realiza en la Biblioteca Central de Ciudad Universitaria. Desbordada por la emoción de regresar triunfante a su alma mater para evocar sus raíces académicas y sus anhelos de juventud, hace una pausa. Se le inundan los ojos. Intenta contenerse. Se enjuga un par de lágrimas y manda un mensaje a las y los jóvenes que están por decidir cuál será su carrera profesional:
“No tengas miedo de soñar y no tengas miedo de creer. No va a ser fácil. Estate preparado porque habrá momentos muy duros y muchos instantes en los que vas a querer claudicar. Pero si de verdad es lo que te vibra en el cuerpo, no lo dejes”.
El reparto principal: Adriana Paz, Karla Sofía Gascón, Zoe Saldaña y Selena Gómez posan durante un photocall en Cannes. Foto: Reuters.
En el avión
Desde su llegada a Cannes “estaba soñando y viviendo ese sueño” que más de una vez había pasado por su mente. “Para mí el estar en la película ya era un premio. Además, siempre lo es tener trabajo. Y luego poder hacerlo con este director que ya había ganado en Cannes, por supuesto que te da mucha más emoción. No es un desconocido, tiene mucho prestigio. Traté de disfrutar lo más que pude dentro de todo el estrés que esto significa”, añadió.
“Ya en la función nos habíamos conmovido mucho con la película en sí; ninguno la había visto y la reacción fue de mucha emoción. Qué alegría, porque uno siempre tiene nervios; lees un guión, pero siempre te preguntas cómo habrá quedado. Y la verdad, nos sentíamos muy contentos y satisfechos del trabajo que vimos. La gente estaba muy conmovida y dijimos: ‘Entonces no es sólo nuestra subjetividad’, porque se trataba de nuestro proyecto. A los espectadores les llegó y lo que se escuchaba en los pasillos era: ‘Es de lo mejor que estamos viendo’”, rememoró.
En cuanto al día de la premiación, se encontraba en un avión de regreso a México y por ello no pudo subir al podio junto a su compañera Karla Sofía Gascón. De hecho, al inicio pensó que por el tamaño de su papel no estaba entre las premiadas: “Venía en el avión, tenía wifi, no sé si por fortuna porque me empezaron a entrar un montón de mensajes y yo no me lo podía creer. Las fotos no se descargaban. Mi personaje no es grande en cuanto a extensión, pero un personaje nunca es pequeño y esto me lo confirma, nunca puedes menospreciar ningún proyecto, ningún papel, porque todos tienen una repercusión y un impacto. Siempre hay que dar el 110 %. Cuando por fin pudieron descargarse las fotos, vi que mi nombre era el primero: ‘Premio a mejor actriz para Adriana Paz’. Lloré, me reía, lloraba y reía. ¡Tenía ganas de abrazar al de al lado!”
Trayectoria
La decisión de convertirse en actriz y cursar una carrera universitaria la ha llevado a participar en más de 50 producciones en cine y televisión, y le ha brindado la oportunidad de trabajar con cineastas como Carlos Carrera, Carlos Cuarón, Sam Mendes, Jorge Pérez Solano, David Pablos y Jorge Michel Grau, entre otros.
Además, ha cosechado tres premios Ariel –uno a mejor actriz en 2015, y dos a mejor actriz secundaria, 2016 y 2017–, y un reconocimiento a mejor actriz de largometraje mexicano en el Festival Internacional de Cine de Morelia por su desempeño en Las horas muertas (2018). su primer protagónico en la pantalla grande.
Al galardón en el Festival de Cannes, el cual compartió con Zoe Saldaña, Karla Sofía Gascón y Selena Gómez, se sumó el Premio del Jurado a Emilia Pérez, el tercero en importancia del festival. Éste fue una sorpresa para Adriana Paz y todo el equipo detrás de la película.
La cinta tiene una historia e imágenes muy conmovedoras. Son como un golpe, pero a la vez entendemos el dolor que provoca lo que está sucediendo en México, lo sientes en la música”
Un musical
El proyecto de Jacques Audiard es un musical ambientado en México –aunque filmado en un set en el continente europeo– cuyos temas centrales están relacionados con el narcotráfico, la desaparición de personas y la búsqueda de justicia.
De acuerdo a su sinopsis oficial, sigue la historia de la sobrecalificada e infravalorada Rita, una “abogada de un gran bufete que está más interesada en sacar a los delincuentes del apuro que en llevarlos ante la justicia. Un día se le presenta una salida inesperada, cuando el líder de un cártel apodado Manitas la contrata para ayudarlo a retirarse de su negocio y realizar un plan que ha estado preparando en secreto durante años: convertirse en la mujer que siempre soñó ser”.
En la película, Epifanía, el personaje de la intérprete mexicana, es una mujer que busca a un familiar desaparecido por el crimen organizado. Adriana Paz se involucró en la producción gracias a un casting, cuyas siguientes etapas la llevaron a París, donde conoció, actuó y cantó para Jacques Audiard, ya entonces doble ganador de la Palma de Oro en Cannes: primero por Metal y hueso (De Rouille Et D’os) en 2012 y Dheepan en 2015.
“Cuando me enteré más de qué iba el proyecto, me pareció muy arriesgado, la verdad. Podía ser algo que saliera mal, porque es un tema delicado para un musical, ¿y qué podría saber este señor? No se documentó en libros, pero estuvo en México. Primero la concibió como una opereta y retomó esa idea cuando vino a México, mas iba a ser complicado, en un foro se podía controlar mucho mejor.”
La actriz subrayó que se trató de una producción meticulosa –“se llevaron cosas del tianguis, vistieron ese foro de México”– que encontró su núcleo en su faceta musical. “Hay fuerza, hay poesía y algunas de las canciones son muy oscuras”.
A lo que sumó: “La película tiene una historia e imágenes muy conmovedoras. Son como un golpe, y a la vez entendemos el dolor que provoca lo que está sucediendo en México, lo sientes en la música. Audiard tomó un riesgo muy grande, mas tiene una mente y un espíritu tan joven que se arriesga con todo. Eso es ser valiente, ser consecuente con lo que quieres contar y con quién eres”.
Foto: Diana Maldonado.
Fuente: Gaceta UNAM. “Aprendí a soñar en la UNAM”: Adriana Paz. Gaceta UNAM, 13 de junio de 2024, núm 5483. Recuperado de: https://www.gaceta.unam.mx/aprendi-a-sonar-en-la-unam-adriana-paz/